'Las troyanas', las mismas sirias del mañana.
Foto Diario Sur.
La victoria de los aqueos sobre Troya estuvo coronada de toda la crueldad y represión que ahora exhiben las entradas triunfales del Estado Islámico en cualquier ciudad siria. O del cinismo con que aviones no tripulados del primer mundo bombeardean a población civil en el mismo territorio. Por eso al principio de la obra representada hace pocos días en el Teatro Romano de Málaga se hace mención a la contemporaneidad de la misma y a la radiante actualidad de estas barbaridades sobre las grandes perdedoras de todos estos conflictos; las mujeres. Igual que sobre los mismos abusos indiscriminados sobre los más indefensos en estas contiendas; los niños.
Es como bien anticiparon sus protagonistas, en una rueda de prensa de presentación previa a estas funciones, un alegato antibelicista en unos tiempos en los que parece que a este lado de la prosperidad nos resbala todo con una pasmosidad indecente. Es de alguna forma un alegato y la reflexión pesimista de que el ser humano siglos después ha seguido ofreciendo capítulos de violencia extrema con no menos exuberancia que entonces.
La imprudente, la compañía malagueña que llevó a escena este texto de Eurípides sobre lo más prosaico que ocurrió cuando cesó el poético canto de Homero, la trajo a colación con toda la oportunidad y poco hay que reprochar a su elenco de actrices, que le dieron toda la grandeza que se merece tamaña recreación de la violencia que ejercieron los vencedores sobre los vencidos. Ya tan tempranamente la humanidad exhibió muestras de su inhumanidad galopante pese a que los aqueos se les envolviera en cierto traje de virtudes y piedad, al menos en la narración homérica. Nada que ver con la realidad.
Esta representación se ofreció los días 3 y 4 de este mes y yo llevo varios días buscando entre los telediarios el grito de Andrómaca entre esas mujeres refugiadas que vagan por las orillas del Mediterráneo con el rostro atravesado por la misma desgracia; la separación de sus seres queridos, la aniquilación de su ser más íntimo cuando han sido violadas o el peligro que corren sus vástagos. Es sin duda el mejor triunfo de una obra de teatro; dejarnos con el runrún de la historia gravitando en nuestras cabezas por un tiempo. Sabiendo que los clásicos son clásicos por eso, porque no son precisamente piezas de museo sino trozos de nosotros.
Se reproducen entre el rosario de venganzas algunas acciones realmente abyectas por parte de los griegos, muy pocas veces dados al perdón y henchidos de furia y menosprecio por los familiares de sus más que dignos oponentes en el campo de batalla. Así lo que contó Homero dejó en un segundo plano lo que ocurrió posteriormente al baño de sangre de los fornidos guerreros. Eurípides rescata este capítulo indecoroso para poner de relieve lo sufrido por las mujeres de los héroes troyanos, cuando por ejemplo Andrómaca, que tenía fama de ser buena esposa del gran Héctor, el gran campeador de Ilión, pasa a manos, a ser su esclava, del hijo de Aquiles, el gran vencedor de la historia.
No contentos con esa ignominia sobre la gran primera dama de la ciudad de Troya le arrebatan al hijo de Héctor, Astianacte, y lo lanzan por encima de los muros de la ciudad para segar cualquier opción de que un día clame venganza.
Hécuba, la ya ex reina de Troya, también sufrirá la deshonra de los vencedores al pasar a manos de Odiseo como esclava. Casandra, su hija se malcasará con Agamenón, Políxena también hija de Hécuba, ha de ser sacrificada en la tumba de Aquiles y Helena la gran señalada por su amor con París llegará a desear que su captor enamorado hubiera sido sacrificado cuando era niño conforme a una profecía de que éste provocaría la hecatombe que viven. Hasta ese punto llegó su desesperación.
La ciudad, con todas ellas ya en los barcos de los aqueos, será incendiada y con ello puesta la guinda a la venganza más cruel a una infidelidad que cantó la Antigüedad.
En general la representación alcanza momentos muy dramáticos como el lanzamiento de Astianacte o las súplicas de Hécuba a Zeus, renegando de su benevolencia como dios e inaugurando cierta osadía en el diálogo de igual a igual contra los dioses en el teatro clásico. Todo en ella es lloro y lamento. Los textos por sí mismos no tienen un pero. Pero por poner algún borrón se echa en falta alguna movilidad más en escena, los monólogos tienen gran fuerza pero se podría haber inducido a alguna movilidad más en escena o a incluir algún elemento que representara las ruinas de la ciudad sitiada y que refuerce el escenario de desolación.
Esperemos de igual forma que estas obras puedan ser más representadas más veces por el enorme valor artístico, el derroche de esfuerzos de las compañías y la increíble vigencia de sus textos. Ya que cuando aparecen estas historias en los telediarios tenemos el teléfono a mano para ponernos con alguna red social a otra cosa.
FESTIVAL DE TEATROS ROMANOS DE ANDALUCÍA
Calificación: ♠♠♠
3 de Agosto. Teatro Romano de Málaga. Calle Alcazabilla. Málaga.
Compañía La Imprudente.
Esteban Valente
Publicado en 00:32h, 17 noviembreCarmen Baquero, espectacular.
Francis Mármol
Publicado en 00:01h, 29 noviembreSeguro. Muchísimas por escribir y seguir el blog