Rosales le baila al olvido

Fotos de Paco Lobato.

Rosales le baila al olvido. Llevo varias horas doctor dando vueltas por la casa, doctor. Rosales le baila al olvido, me repito y se produce en esa sóla frase una aliteración líquida de agua que corre por debajo de mis pies doctor. Cómo explicarle doctor que ayer para salir un poco de esta depresión que me acecha me planté frente a un escenario a ver cómo se mueven las hojas de un castaño en un otoño atípico.

Vi a ese castaño convertido en mujer hacerse palabras, con todas las curvas de sus ramas aterciopeladas en rojo retorcerse por la pérdida. ¿Puede un castaño llorar, doctor, me pareció verlo? En mitad de la niebla o era una Nieves. Sus ramas me parecieron sensuales por momentos, desgarradas por la tormenta que vive ese árbol adentro en las más. Yo había leído antes un librito de un amigo que escribe para que lo escuche el futuro. Estaba lleno de palabras el libro, doctor y esa voz que salía de las páginas eran de otro amigo, que también tenía el dolor ahí reciente cosido entre el hueso y las articulaciones, con el corazón en carne viva. Le hablaba el libro a la voz que le salía al árbol por sus bailes al viento del otoño.

Doctor, ¿usted puede explicarme cómo puede un pequeño fragmento de tiempo ante un árbol hecho danza transmitirme tanta soledad, tanta desazón? Quise entender al hombre que pierde a un hijo o un nieto viendo estas estampas. La escena era austera, casi inexistente, un traje colgado de una percha, un magnetofón del que salen las palabras de un depresivo, unas cajas vacías, pero allí estaba Rosales bailándole al olvido como si con su baile pudiera exorcizar todos los miedos que tenemos a esa soledad, a la depresión, a esa desilusión con que ahora la vida me azota, doctor. En uno de esos momentos la bailarina se tumbó en sus raíces y se agarró a esa chaqueta vacía como si estuviera zozobrando definitivamente. Me dolió mucho esa conmoción, doctor.

Me quedé prendido de una música que bajaba de las escaleras abajo, cerca del castaño hecho danza, la miré a los ojos y supe que aquella que estaba a mi lado era la única y verdadera razón para no sucumbir a la soledad de la pérdida, a la depresión. Había estado allí en mis peores días, junto a ese castaño y en la butaca sentada era una música que bajaba de un piso de arriba y me animaba otra vez a vivir, doctor. No sé qué es esto, doctor, pero parece que no habrá invierno después del otoño sino primavera, cosas del cambio climático doctor, y a Elías no lo echaré en falta sino que celebraré su presencia en esa música. Es la vida que vence y la muerte que le sucede. Heráclito, doctor.

De vez en cuando la vida
Parece una fantasía
Y cuando menos lo esperas

Te da lo que más querías
Aunque luego se lo lleva.
Elías, ensayo para el olvido
Intérprete: Nieves Rosales
Voz en off: José Luis Ortiz Nuevo.
Texto: Pablo Bujalance.

Calificación: ♠♠♠♠
Sala Gades.

Hasta el 13 de noviembre. 21 horas/19 horas, sábados y domingos respectivamente.

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