13 Dic Dadi Dreucol; el ‘psicoartista urmano’ del siglo XXII
Hay un discurso tras las pinturas de Dadi Dreucol y otra persona de carne y hueso tras su sombra. El cerebro que pinta es un ‘psicoartista urmano’ del siglo XXII. Se sospecha que una especie de androide que vive en solares abandonados, que en Málaga son muchos y hasta los hay en primera línea de museo. En esa doble vida de anacoreta/pintor, a hurtadillas las más de las veces, dibuja a sabios de la Antigua Grecia semidesnudos que parecieran hipsters de El Muro en escenas a veces banskianas, a veces sur-realistas, a veces nietzscheanas.
Dadi Dreucol realmente no existe, es un personaje literario que dibuja en la Ciudad del Paraíso escenas de pensamiento kafkiano en solares. Su poética alcanza a quien aparca y a quien sostiene la mirada a un derribo, a un ser arrumbado. Crece en el barr(i)o como las flores más especiales. No es gentrificación museística.
Al otro lado del teléfono, un poco como en una peli de espías, el mismo Dreucol descifra para el castillodelingles lo que para él no es un grafiti y que será uno de los anatemas del curso-recorrido psicogeográfico que impartirá este sábado desde el Espacio Cienfuegos del Molinillo (más info aquí). Y los del SOHO malagueño asegura que no lo son. «Son murales comisariados», repite.
Artista independiente urbano, como le gusta definirse y que lo definan, no esquiva que para él el grafiti es algo muy respetable, que practica desde los 12, pero que surge de un hecho espontáneo y es sólo una parte de su repertorio, más privada. En aras de ese espíritu libre afirma que le apasionan los tags (simples firmas de nombres en una pared), pese a que reconoce que en la mayoría de los casos responden a un impulso bandálico que no comparte y que todo ese ruido muchas veces no aporta sesgo artístico pero es más criticado, porque sí, que la invasiva publicidad.
Pertenece a una Asociación de Investigadores de Arte Urbano que suena a oráculo decimonónico en mitad de la selva del arte contemporáneo. Rehuye algo, por toda esta capacidad crítica que le adorna, de los medios tradicionales, por los topicazos habituales que se escapan al respecto del arte urbano (inclúyase este blog). Pero es sincero y humilde cuando afronta la necesidad de aclarar la confusión.
«Cuando surgió el grafiti los medios de comunicación no se hacían eco de estos. Luego cambió la tendencia y el mercado ha tratado de absorverlos y se ha desvirtuado. Hay jóvenes que ya empiezan a pintar paredes pensando en lo comercial», lamenta.
No suele tener una galería, ni una institución detrás que apoye sus intervenciones en la calle si bien agradece que le salgan opciones de ganar algo de dinero con su arte en ellas y hace festivales y encuentros variopintos desde hace tiempo. También está ahí para las galerías, claro está. Hay que llenar la nevera pero se atisba en él ese señorío del cantaor que espetó, «en mis hambres mando yo». Todo ello merced a que poco a poco su nombre va ganando enteros en los círculos artísticos no sólo regionales y va a mandar.
Si lo ven en la calle lo mismo les sorprende verlo pintar a plena luz del día y con pintura plástica junto al spray, lo que enternece a las habituales señoras de misa de domingo y lacado. El pincel ya es otra cosa, le perdonan. Tiene anécdotas mil de estas intervenciones y hasta una multa que consiguió vender por internet con un dibujo suyo por el mismo importe por el que lo sancionaron. La multa por pintar sin permiso anda por 250 euros, comenta con conocimiento de más causas.
«Para mis trabajos trato de ver primero el tipo de superficie. El contexto, conocer el lugar, tener una sensibilidad con el espacio. El tiempo meteorológico que pueda hacer también determina que use pintura plástica o no». No es nada impulsivo, ni azaroso. No pinta para grafiteros como es costumbre en estos círculos cerrados. En sus obras hay poesía y filosofía aunque él le reste mérito incluso a muchas de sus creaciones.
«Un porcentaje de lo que veo en la calle de otros no me gusta, pero hay otras cosas que sí», confiesa. Tras él no hay un tipo marginal sino un chico que ya va camino de la madurez y que ha estudiado Psicología por un tiempo y se ha Doctorado en Bellas Artes. «No me he caído de un guindo. Siempre me ha gustado cultivarme para ser crítico e independiente y pisar el terreno por donde ando», termina.
Después de esta charla, se entrega a sentenciar en breve algunos de sus grafitis, no siempre los mejores para él pero sí de muy diversa factura.
1) Top: «Hay una obsesión por el ser el mejor hoy día. Quería reflejar eso. Además la palabra top se puso de moda. El juego era sentarlo al revés». Pasillo de Atocha. Málaga.
2) We transfer. «Está realizado en Colonia (Alemania). No tenía dobles lecturas, conocí a un tipo que tenía un negocio de bicicletas y quería que le decorara la puerta de un garage. Hubo una transmisión de conocimiento en el hecho. Por eso. Simple».
3) Troya 1-2. En Lagunillas (Málaga). «Es de una época mía más narrativa. Hay algo llamativo como los personajes que miran al espectador como para hacerlo partícipe de la escena».
4) Ese oscuro objeto del deseo. «Fui a la Palmilla para pintar para la Casa de la Buena Vida. Una familia me dijo que les pintara algo en la fachada, ‘una tía buena’, y ahí que se la pinté observada por dos seres de piel oscura».
5) El peso del sexo. «Es un tipo de obra que no volvería a hacer. Está detrás de la Plaza de la Merced en Málaga. Me pidieron un trabajo para una exposición en Valencia y se me ocurrió esto. Es una obviedad».
6) Educación pública de calidad. «Está en Valencia la realicé por el Festival Poliniza de Valencia en 2013. En plenos recortes de Wert en materia educativa. Estudié allí. La pared estaba en el centro de la Facultad de Bellas Artes, era de cajón. También hay referencia a una obra de Paul Klee con lápices».
7) El fantasma amigable. «Esta obra la hice en un festival de esos en lo que da gusto participar. De los que tienes tiempo para pensar bien cuál va a ser tu trabajo. Está en Navas de San Juan (Jaén). Allí estuve en una residencia de quince días este verano y me topé con este edificio imponente. Una antigua sede del PSOE y una casa encantada para algunos vecinos del pueblo. Me interesó está última historia más que la otra y por eso aproveché algunos paños en buen estado para pintar fantasma. La historia del PSOE también era de terror en esos días cuando lo pinté».
Si quieres saber más sobre este artista visita www.dadidreucol.com y no dejes de asistir al curso de este sábado en el Espacio Cienfuegos de la capital (de 10 a 14 horas y con un precio de 30 euros).
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