Es tarde para empezar a vivir- me dijo el ataúd
Se vuelve a cumplir otro aniversario de tu despedida (José Antonio Padilla. Álora, 1975-Málaga, 2009). Y a mí no se me olvida aquella manera de sonreír, de fantasear con lo cotidiano, de salir al fresco de la redacción y soñar con piernas de artistas paseando por la Plaza Costa del Sol de Torremolinos. No se me olvida aquel sabor a ginebra de tu mirada. No olvido los naranjos tristes en la tarde del cementerio de Álora pero menos tus «willis» y tus «muerde el rollo». Aquí sigues conmigo, con nosotros, José Antonio. En una estantería de ilustres entre Altolaguirre y Luis Sepúlveda. Porque todos los que te conocíamos sabíamos que estabas tocado por esa varita de la inspiración. La que te llevaría a esas librerías de ilustres. Que tu poesía acabaría triunfando. Y válgame dios si lo consiguió.
Y siendo así nadie nos dimos cuenta de que llegó con tres heridas, la de la vida, la de muerte y la del amor.
Aquí te dejo Willy, diez disparos con los que me muero esta tarde. Con un poco de flamenco jazz de fondo y un buen buche de ron. Salud. Allá donde estés. Tuyos son, de tu ‘Colección de olas’;
- -Es tarde para empezar a vivir- me dijo el ataúd.
- Suprime todo lo que sea sospechoso. Persigue la nada.
- También el olvido tiene su árbol genealógico.
- La fantasía es una isla cuya silueta se parece mucho a la mano de una mujer.
- Somos un puñado de arena en los bolsillos de la muerte.
- Más allá de tus palabras, las palabras se conocen a tientas.
- Qué dulce es el riesgo de las ciruelas maduras en tus labios.
- Dios es la sombra de tu cuerpo.
- No poseerás más que aire y polvo . Nadie ha preparado tus caminos. Nadie ha hecho tus sendas. Tú no eres hijo de dios.
- No hay naúfrago que por agua no venga.
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