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Puigdemont, Tintín y la loca historia de la extradición del nazi belga Leon Degrelle

La petición de asilo del ex president de la Generalitat, Carles Puigdemont, en Bélgica no es un episodio nuevo en la vieja historia entre este país y el nuestro, tan de ida y vuelta, desde tiempos de Flandes y más recientemente desde aquella emigración que les enviamos en los sesenta. Históricamente el lugar que acoge ahora la centralidad de la Unión Europea ha sido un refugio de muchos prófugos de la justicia, recuerden los etarras en los ochenta, o más recientemente nido de peligrosos yihadistas que han atentado en todo el continente, incluido Barcelona.

Resulta muy paradójico que un autoproclamado paladín de la democracia y denodado luchador ‘antifranquista’ en la España actual como es Puigdemont haya huido al único lugar de Europa desde donde han recibido algún cariño y donde un ministro ultranacionalista flamenco ha sido el único que haya salido en defensa del líder catalán. Repetimos; ultranacionalista. Además de haber aceptado su defensa un abogado también conocido por haber defendido a etarras en el pasado. Todo un cuadro de evocadoras simpatías.

Lo que sí es cierto es que la historia de Puigdemont ha recordado los lazos que mantuvo el nazismo con Franco, al acoger a algunos de sus huídos tras la derrota en la II Guerra Mundial. Ahí estará siempre la rocambolesca extradición que nunca llegó de aquel émulo belga de Hitler que acabó sus días al sol de España. Eludiendo una extradición que nunca llegó.

Para los ‘muy nuevos’ León Degrelle fue un famoso nazi que acabó muriendo en el país que ahora reclama a Puigdemont, concretamente falleció plácidamente en Málaga en 1994 a la edad de 87 años después de vivir sus últimos años en Benalmádena y haberse refugiado durante un tiempo entre las casitas de pescadores de La Carihuela en Torremolinos. Todo ese costumbrismo y luego desarrollismo lo encubrió. En esta tierra le sirvieron de apoyo un reconocido franquista, José Antonio Girón y el cónsul alemán en Málaga Johan Hoffmann, curiosamente un hijo marbellí de este ex miembro de la Gestapo está refugiado en Alemania, de donde no lo extraditan por ahora las autoridades teutonas pese a estar acusado de gravedad en el caso Malaya. Ahí queda eso. Qué reminiscencias nos llegan a todos verdad…

Pero volviendo al caso que nos trae, el régimen de Franco le procuró a Degrelle el nombre de José León Ramírez Reina y la nacionalidad española. Incluso le buscó trabajo, lo ayudó a huir y fingió entregarlo por otro que se le parecía a Bélgica, en uno de los episodios más surrealistas del Franquismo, cuando su país de origen lo condenó a muerte por colaboración con los invasores alemanes. Hay que recordar que Degrelle fue un oficial belga de la Waffen SS, uno de los nazis más condecorados por Hitler. Tanto que se dice que el Führer llegó a decirle que «le hubiera gustado tener un hijo como él». Imagínense qué celebridad del terror.

El caso de hoy de Puigdemont no sólo recordaba aquello sino que cobraba tintes aún más grotescos cuando uno de los autoproclamados ministros de la república catalana Josep Rull se fotografiaba esta mañana en su despacho con unas fotos de Tintín ¿premonitorias o burlescas? de fondo, retando a la destitución de su cargo de conseller -ocupando un despacho que ya no era el suyo- mientras el resto del Govern ya andaba por Bruselas pidiendo asilo. Para rizar el rizo de esta historia de extradiciones compartidas hay que recordar que el personaje de cómic belga ideado por Hergé fue relacionado con bastantes visos de ser verdad de haber estado inspirado en el mencionado nazi españolizado León Degrelle. Paradojas de la vida.

3 Comentarios
  • Daniel
    Publicado en 23:53h, 30 octubre Responder

    Assange se refugio en la embajada de Ecuador en Londres, no en Bruselas.

    • Francis Mármol
      Publicado en 09:10h, 31 octubre Responder

      Toda la razón. Rectifico

  • Cao.xa
    Publicado en 19:27h, 07 diciembre Responder

    León Degrelle, todo un héroe. Condenaron a su padre por el delito de «paternidad» (murió en el presidio). Condenaron a su madre por el delito de «maternidad» (murió en el presidio). Condenaron a su mujer por el delito de «nupcialidad» y la lista no termina ahí: hermanos, tíos, cuñados… Todos perseguidos para condenarlos por el simple hecho de ser la familia de un buen hombre que luchó en otro bando. Pero así es el odio vengativo de los ganadores de la II GM y de los comunistas

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