¿Por qué hay que seguir viendo a Campanella?

‘El cuento de las comadrejas’ no es nada parecido a la oscarizada ‘El secreto de sus ojos’. No vayan esperando ni nada lacrimógeno, ni una oda al amor triunfante pese a todo, ni nada parecido. Algo de amor conyugal malavenido hay pero no es el eje principal de la trama. La nueva gran entrega de Juan José Campanella es una comedia vitriólica donde abunda el sentimiento de nostalgia de algo que ya no es como fue pero que sigue resistiendo en sus ruinas.

Es algo más parecido que nada a su ‘Luna de Avellaneda’, la crisis de valores y económica que de nuevo quiere arrasar con un pasado glorioso; antes un club social y ahora, en este caso, con la gran mansión donde conviven cuatro grandes actores y directores de cine argentino que quiere ser comprada al mejor precio por una empresa inmobiliaria sin escrupulos ni ética. El mercado salvaje contra la necesidad de hacernos cómplices de una humanidad innegociable.

Ocurre que el espectador ya entra en la sala esperando que habrá un nuevo ejercicio de Campanella por contarnos una historia donde las dificultades no vencen a las ideas románticas de los héroes protagonistas. Y uno acierta. Pero también queda sorprendido por la manera tan ingeniosa, tan sarcástica, tan cinéfila y tan a fin de cuentas descorazonadora con la que el director porteño trata a sus creaciones. A las que insufla estoicismo, desinfla de realismo y vuelve a hinchar de realismo mágico sudamericano pero dejándonos un regusto amargo.

De nuevo, Campanella juega a exhibir la cruda realidad; en este caso la del ‘El crepúsculo de los dioses’ (innumerables referencias al cine de Hollywood se suceden) devenidos de la ‘efímera’ o farsa fama y gloria del actor y del director, la de la dura retirada del mundo de la adulación de los que se dedican a estos oficios, la del dañino engreimiento de algunos de ellos con sus entornos más cercanos y a fin de cuentas y por encima de todo la de sobreponer en la ficción la realidad, que se confunde, se retroalimentan y no se sabe si mejoran o empeoran lo que nos rodea pero sí que son indisolubles y necesarias. Realidad/ficción, la misma cosa para Don Quijote.

Acierta de nuevo Campanella con los actores. Glorias vivas a las que reivindica como glorias vigentes, arrinconadas; Graciela Borges, Luis Brandoni o Marcos Mundstock. Óscar Martínez de nuevo lo borda. Y son un cuadro de perplejidades que no subumben a la seducción del nuevo mundo que les ha sucedido donde las pirañas son dos agentes inmobiliarios que usarán todas sus técnicas de atracción para malcomprarles la casa de los recuerdos en la que sobreviven. Qué buena la intepretación y el acento de Clara Lago.

Es a fin de cuentas, un regreso lustroso y meritorio el de Campanella, que reincide en su romanticismo pero que nos sigue aleccionando con que nada más lejos de la realidad la ficción. Y donde los buenos a veces ganan, como también debemos pensar que ocurre en su espejo; la vida misma. Los que creemos en su pasado estamos condenados a verlo y a creerlo.

Título Original: El cuento de las comadrejas.
Director: Juan José Campanella.
Año: 2018.
Nacionalidad: Argentina.
Idioma: Español.
Duración: 123 min.
Género: Comedia.
Intérpretes: Clara Lago, Graciela Borges, Oscar Martinez…

Calificación: ♠♠♠♠ (sobre cinco).

 

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