
09 Ago ‘Al fondo riela’, poco baile flamenco, algo de guitarra
*Foto: Paco Lobato.
Ciclo Terral 2021. ‘Trilogía de la guitarra. Al fondo riela. (Lo otro del uno)’. Baile: Rocío Molina. Guitarras: Eduardo Trasierra y Yerai Cortés. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Sábado, 31 de julio de 2021. Aforo: Lleno (con las restricciones Covid)
Valoración; ** (sobre cinco)
Me gustaría escribiros que había vuelto a presenciar otra obra maravillosa de Rocío Molina en su Teatro Cervantes de Málaga, pero si soy honesto tengo que decir que desde ‘Caída del cielo’ se observa cierta dejadez en las nuevas propuestas de la malagueña. En las que parece desdeñar la dirección artística por ejemplo.
Para mí sigue siendo la bailaora más portentosa que hay, con diferencia, pero se empeña en perderse en innovaciones que tienen mucho de superficiales. Y cualquiera que sepa hasta donde es capaz de llegar también le huele a chamusquina el que se quede en el envoltorio.
Aunque saliera del escenario, otra vez, entre encendidos aplausos esto se debe más a que se ha convertido en algo parecido a un icono de la modernidad para gran parte de su público, que no necesita ni un minuto de flamenco para venerarla sin más. Esto es así y además es positivo porque quizá sea la artista flamenca que congrega a más gente de otros gustos estéticos-culturales dentro del género.
Esta crítica no quiere desmerecer el poder del baile de Rocío Molina que aparece más en clave contemporánea que flamenca en esta nueva propuesta; ‘Al fondo riela. (Lo otro del uno)’. La cuestión es que el montaje escénico y los elementos musicales son pobres, ella baila poco realmente, al menos en clave flamenca y se recrea en una abstracción conceptual, en hacerse río con su contoneo de brazos. Y en concreto en regodearse en ese minimalismo escenográfico, que a mí me resultó anodino y que en suma no conforma más que una panoplia de presuposiciones que no llevan a ningún sitio.
Si tengo que ser sincero de su nueva producción se salva la guitarra de Yerai Cortés que se mueve con esa escuela percutiva de la que viene con mucha soltura. Trasierra está bien pero a menudo las dos guitarras están en poca consonancia y suenan hasta cacofónicas. Riqueni sin estar suena en varios apuntes de su Amargura.
Otro detalle que me apuntaba un amigo es que sus producciones redundan en un tono triste, melancólico, trágico, ya por sistema. Y es verdad. Viniendo todos del tiempo de pena que venimos se echa en falta un guiño al cachondeo. Ni rastro de un poco de alegría, de un apunte de fiesta. Y el flamenco también es eso. La celebración de la queja, incluso.
Sin más saña vuelvo a repetir que Rocío Molina es para mí la bailaora/ina con más facultades que puede haber en nuestro país pero se observa en ella cierto cansancio, de lo flamenco, que también puede ser comprensible en medio del tiempo de adversidades que nos ha tocado vivir.
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