
20 Nov Picasso ante el negro Meric
Lo que a continuación va a contarse es pura ficción pero inspirada en personajes y escenarios reales. Este pequeño fragmento literario es parte del libro inédito por ahora del que suscribe estas líneas y titulado ‘Y Picasso recordaba el flamenco’, ilustrado maravillosamente por Emmanuel Lafont, cómplice en esta aventura.
Este capítulo siendo liviano es una piedra angular de la historia general contada y que refleja la importancia musical del flamenco en la vida y obra de Picasso, no tan ponderada como se debiera en sus innumerables estudios. Picasso se crió en una ciudad pletórica de cafés cantantes, Málaga, a finales del siglo XIX, con una economía muy próspera y que atraía a las principales figuras de este arte todas las noches. Algo que ocurría muy cerca de su casa en la Plaza de la Merced.
Lo que en este libro se hace es fantasear con algunos encuentros posibles con personajes de su época y hacerse eco de hechos irrefutables como que en 1957, cuando un grupo de malagueños atravesaron la España franquista para hacerle un espontáneo homenaje en su casa de Cannes, el pintor les recibiera con la letra de aquella Málaga que no olvidaba. Aquellos cantes/tangos del Piyayo. O de Meric. “Adiós patio de la cárcel/ rincón de la barbería/ que al que no tiene dinero/ lo afeitan con agua fría.”
La música lo inundaba todo. Fíjate cómo era la cosa que había un conductor de tranvía en Málaga que aceleraba o frenaba dependiendo de cómo era el cante que iba tarareando. Así era el paraíso de mi niñez. Llena de estos personajes, llena de música.
Uno de los más interesantes que yo haya podido conocer era el Negro Meric que regentaba un café en la esquina de calle Salvago con Compañía. Muy cerca de mi casa. Allí perdía muchas noches mi padre a las cartas. Más de lo que mi madre le permitía y eso provocaba las posteriores discusiones. Pero en cierta ocasión recuerdo que mi padre andaba ya por aquellas calles bien temprano y fui a saludarlo al verlo dentro de aquel bujío. Allí estaba con él aquel hombre que no pareciera malagueño porque era mulato, de cara simpática y dientes blanquísimos, musculoso y bien alto. Mi padre al verme entrar le dijo de sopetón; “anda Meri deja de vigilar la partida y hazle una acrobacia a mi Pablo”.
Ni corto, ni perezoso, aquel baratero me miró y tras dedicarle unas palabras por lo bajini en inglés a mi padre me cogió de la mano y me sacó a la calle. Allí me dejó sobre un bordillo y tomó carrerilla hasta que dio dos vueltas de campana seguidas sobre su propio cuerpo de dos brincos seguidos. Dejándome boquiabierto. Meric me preguntó luego que si me gustaban los caballos y me explicó que él tenía varios y que también sabía hacer acrobacias sobre ellos, que fuera al circo de Atarazanas, donde estaba el mercado central, que ese domingo podría verlas, que hablara con mi padre para que entraramos por donde los artistas.
Luego supe que aquel individuo no sólo era conocido por sus saltos sobre bayonetas caladas sino que también era domador de caballos, torero y en sus épocas más flojas había sido limpiabotas y mago. Hasta sabía cantar por seguiriyas. De hecho de él se dice que aprendió sus cantes el Piyayo, el gitano del que te hablé al principio, que hacía sus cantes con aquellos dejes cubanos que podría haber aprendido de aquel polifacético mulato. Eso también se decía.
Nunca dejé de pasar por el café de Meric y de saludarlo con un jelo, porque él sabía varios idiomas, y siempre me contestaba con una sonrisa de dientes blanquísimos. Nunca lo olvidaré y siempre me acordé de él cuando en París comencé a pintar a aquellos tristes componentes de un circo ambulante.
La vida a veces sacude con mucha fuerza a los artistas y entonces ellos tienen que reinventarse. Aguantar la tormenta y reinventarse. El Negro Meric no tuvo nunca problemas para aquello. Fue para mí una lección desde muy niño ver a aquellos personajes tan polifacéticos. Así he pasado yo gran parte de mi vida aunque la gente crea que siempre he estado en la gloria y el triunfo. He sido un acróbata con mucho de flamenco. Creételo.
*Si quieres escuchar un cante del Piyayo aquí tienes un código QR para hacerlo.
Francis Mármol

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