
12 Jul Tercer cielo electrónico de Rocío Márquez y Bronquio
FOTO: JESÚS DOMÍNGUEZ/ TEATRO DEL SOHO
Pasarán unos años y este disco figurará entre los atrevimientos más fascinantes que tuvo el flamenco en su segunda década del siglo XX. Pasarán algunos lustros más y figurará entre los viejos experimentos ya consabidos, La Leyenda, Omega… Porque nunca se ha escrito nada de los cobardes y Rocío Márquez no figura en esa nómina.
La onubense está empecinada en buscar caminos y ha encontrado uno, ya algo transitado, pero por el que cabía trazar una carretera bien pavimentada, la de la electrónica y el flamenco. Dos carriles que se funden en uno solo en este ‘Tercer cielo’ que ha trabajado con el pinchadiscos y productor jerezano Bronquio, que pone mucho de su parte en esta aleación.
El sábado pasado, 9 de julio, en el Teatro del Soho de Málaga, se produjo un bautismo oficial que ya había tenido otros santuarios como puesta de largo pero que quedó muy refrendado ante una audiencia entregada y que casi llenaba el ‘teatro de Banderas’, como popularmente se le conoce a este flamante espacio.
Todo salió a pedir de boca en el concierto si bien el planteamiento de formato debería dar un paso más arriesgado y dejar los teatros para marchar a las discotecas o lugares donde pueda bailarse y empaparse en noche. Eso de inicio falla.
Y falla porque es raro hacer electrónica para escuchar pero sí funciona en la fusión meramente musical, que estuvo bien ensamblada en general -mejor en la segunda parte que en la primera- y sobre todo eclosionó en los temas rítmicos que usaban de base lo m´ás fiestero del flamenco como las bulerías, los verdiales, las rumbas, el garrotín, los tangos, mezclado con techno, y otros guisos más frenéticos… Y pide baile, claro. Cachondeo y hasta perreo.
Otra pequeña mácula son los erráticos movimientos de escena de la primera parte, que son muy evidentes en lo que parece ser pasar de algo plúmbeo o pesado, Rocío comienza arrastrándose por los suelos, a algo etéreo, sobre la mesa de pinchar. Quizá algo metafórico todo pero que aparece como muy previsible.
Luces, sonido y sobre todo letras de muchos poetas de altura estuvieron de diez, la calidad sonora de la garganta de la onubense sólo quedó levemente tapada al final, por algo más de decibelios para el dj pero es solo por encontrar peros a una reunión de lo más refrescante.
LO MEJOR: La rumbita ‘De mí’.
Lo peor: Algunos movimientos escénicos y el vestuario.
FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
En escena: Rocío Márquez (voces, cuerpos) & Bronquio (programación, sintetizador).
Movimiento escénico y coreográfico: Antonio Ruz.
Vestuario y espacio escénico: Roberto Martínez.
Diseño de iluminación: Benito Jiménez.
Espacio sonoro: Javi Mora.
Concepto y dirección artística; Emilio Rodríguez Cascajosa y Juan Diego Martín Cabeza.
Letras: Carmen Camacho, Rocío Márquez, Macky Chuca, Luis García Montero, Antonio Manuel, Livia Marín, Santiago Gonzalo, San Agustín, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno, Antonio Mairena.
Concepción de polifonías: Carmen Morales.
Músicos en estudio: 41V1L (voz), Los Mellis de Huelva (palmas y coros), Antonio Serrato (contrabajo), Xoan Sánchez (percusiones), Escolanía Jardín Menesteo con la dirección de Lupe Matarranz Gutiérrez (coros), Lorena Álvarez (guitarra), Daniel Escortell (bajo), Antonia Pantoja y Rocío Valencia (coros), Vicente Parrilla (flauta), Íñigo Bregel (sintetizadores) Ingeniero de sonido: Jordi Gil.
Mixing: Álex Ferrer.
Fotografías: Lhaura Raín. Ayudante fotográfica: Carmela Alonso.
Dirección de producción: Ernesto Novales.
Calificación: ****
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