
02 Oct Luz en el Arca
La última jornada de la Bienal de Flamenco de Sevilla deparó uno de los alumbramientos más satisfactorios que puedan imaginarse. La bailarina Luz Arcas vino al Teatro Central de la capital hispalense para entregar una criatura digna de alabanza por su rareza, su atrevimiento y su destreza.
La malagueña, que viene sonando muy fuerte desde hace tiempo en los círculos dancísticos contemporáneos nacionales, realizó su particular ofrenda al patrimonio jondo con una operación de rescate sorprendente y valiosa como pocas. Hasta ahora ningún flamenco había dedicado una mirada tan profunda al binomio bestia-humano/ humano-bestia en una ditirámbica propuesta que rescata de paso a un cantaor fundamental en estos tiempos de zozobra llamado Bonela Hijo.
Lo tuvo que hacer una bailarina del contemporáneo que simplemente advirtió un agradecimiento que quedaba en el tintero; el del ser humano a sus animales domésticos más sacrificados.
Luz Arcas había imaginado y trabajado muy en serio una especie de alegato animalista sin ningún tipo de carga política ni fiereza en la condena del trato humano a los mismos, por el mero hecho de ser ambos en el campo casi una misma cosa. Parejas de hecho, sufridores amantes como el mulo en la trilla junto al campesino.
En este sentido la cosa de menos de una hora resultó impactante en tanto en cuanto ella fue adquiriendo la piel y los huesos de variopintos animales que han acompañado al hombre en sus labores del campo y en sus entretenimientos varios. Los bailó con una sensibilidad y arrojo en lo físico descomunal.
Así, supimos como baila con más sensibilidad femenina un hombre un caballo, un pony de feria, una cabra de las que llevan los gitanos, un burro taxi y en general un bestiario digno de Noé y su arca. Luz en las tinieblas. Airosa en estos procelosos inventos contemporáneos, que a otros le salen rana, Arcas supo bien apoyarse en un vestuario y asesoramiento artístico minimalista de Ernesto Artillo, suficiente y muy elocuente, así como una iluminación que con muy pocos efectos dijo mucho.
En cuanto a lo flamenco, cabe decirse y elogiarse por encima de todo el extraordinario recital de cante que ofreció Bonela Hijo, una voz que no se entiende cómo puede estar olvidada de estas citas principales, y que todo lo dijo con un rajo y a la vez una cadencia melosa que impresionó. Su hijo a la guitarra lo respaldó con solvencia.
Recuperados quedan de paso algunos cantes del campo de su Casarabonela original, esas prodigiosas marianas que dan nombre al espectáculo y tantos otros recuerdos salpicados de localismo en el pregón del Niño de las Moras, o los tangos del Piyayo y la Repompa, por sólo decir algunos, que parecen algo olvidados en esta parte baja y sagrada del Guadalquivir.
Ficha Artística
Ficha artística
Baile: Luz Arcas. Voz: Bonela Hijo. Percusiones: Carlos González. Corneta: Abraham Romero. Guitarra: Bonela Chico. Palmas, zapateados: Carmen Ríos.
Duración: 60 minutos.
Aforo: Media entrada.
Calificación: ***** (sobre cinco)
No hay comentarios